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Sesgos de optimismo y negatividad: buscando el gris perfecto 

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Sesgos de optimismo y negatividad: buscando el gris perfecto

A veces parece que la vida es una balanza que se inclina constantemente de lo positivo a lo negativo, que se debate entre el blanco y el negro. Aunque algunas personas mantienen la balanza inclinada hacia un solo lado. Los sesgos de optimismo y negatividad juegan un papel importante en nuestra vida.  

¿Te has descubierto alguna vez pensando en todo lo malo que podía pasar sin darle espacio a lo bueno? ¿O eres de los que cree que todo saldrá bien y que hay cosas que no te pasarán nunca? 

Sea cual sea tu caso, no estás solo. El ser humano puede inclinar la realidad y el realismo hacia cualquiera de los dos lados, por causas muy diversas. 

Sigue leyendo, que vamos a poner conocimiento y neutralidad en estos sesgos. 

Origen 

Nuestro cerebro está diseñado para ser optimista y creer en nuestras posibilidades y (por qué no decirlo) en la suerte. Pero, por otro lado, los sistemas de alerta que existen en nuestro sistema nervioso y en nuestro cerebro, nos preparan para la huida y la defensa. Ambos sistemas son necesarios para la supervivencia. Ahí radica el origen de los sesgos de optimismo y negatividad. 

Así que estamos diseñados para ver lo positivo y programados para buscar las amenazas.  Con esta mezcla, ¿qué podría salir mal? 

Ejemplo 

La vida tiene claros y oscuros y, como hemos indicado, estamos preparados para ambos, así que la dificultad está en no centrarnos solo en una de las dos variables. 

Es cierto que los efectos de las cosas negativas que nos suceden suelen durar más tiempo que los de las positivas.  Sentimos durante más tiempo las consecuencias de las emociones y circunstancias negativas de la vida. Y, además, sentimos que nos golpean con más fuerza que las positivas. La pérdida de un ser querido nos afecta más que la llegada de un nuevo miembro a la familia, por ejemplo. 

Es por ello que, cuando algo negativo sucede en nuestras vidas, tardamos en recuperarnos más tiempo del que llegamos a disfrutar de las cosas buenas que nos pasan. Tanto el optimismo como la negatividad nos afectan de forma diferente.  

En nuestro día a día como opositores estos sesgos nos pueden afectar casi sin que nos demos cuenta. Veamos un ejemplo de cada uno de ellos: 

  • Las críticas que recibimos por dedicar mucho tiempo al estudio. Aunque estos comentarios puedan no tener mala fe, el daño que pueden causarnos es alto. Y es que nos hagan percibir que estamos dejando cosas de lado o que el esfuerzo puede no tener fruto, nos daña la autoestima y nos puede hacer perder la motivación y el foco. 
  • La percepción de que el examen será fácil o de que dominamos el temario más de lo que lo controlamos en realidad. Esto puede hacernos repasar menos o con menor profundidad, relajarnos en demasía, y dejar pasar la oportunidad de conseguir nuestra soñada plaza. 

¿Cómo lo vencemos? 

Hemos de aplicar el sentido común y el razonamiento de forma muy intensa para poder luchar contra nuestra propia programación, pero es posible conseguir dominar estos sesgos si: 

  1. Te rodeas de gente que te apoya. De esta forma te ayudarán a mantener el equilibrio, sin hacerte sentir culpable por esforzarte tanto y dedicar tantas horas, y sin permitir que te confíes demasiado y sigas trabajando durante toda la preparación con motivación y energía. 
  1. Reduces tu consumo de noticias. No se trata de que no sepas lo que sucede en el mundo, sino de que no te llenes de noticias negativas que afecten a tu perspectiva de realidad y a tu concentración. 
  1. Te autocuidas. El descanso, el deporte y la alimentación harán que tu mente esté en mejores condiciones para afrontar la lucha interna entre ambos sesgos. 
  1. Destierras la palabra “culpa” de tu vocabulario y la cambias por “responsabilidad”. Saberte responsable de tu vida y tus actos es positivo y te da poder, mientras que sentirte culpable te resta enfoque y te suma negatividad. 

La vida no es negra ni blanca. Tampoco se mueve en una escala de grises. La vida está llena de color y de oportunidades, pero hay que trabajarlas. Recuerda que el secreto está en que la oportunidad (o la suerte) te pille trabajando.  

Cuéntanos tus tips para mantener el norte y no perderte entre el optimismo y la negatividad. Te escuchamos

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