Cuando nos enfrentamos por primera vez a unas oposiciones surgen dudas sobre cómo estudiar y organizarse. Una de las que más nos planteáis en el Servicio de Orientación de Mundopositor es sobre qué es mejor, empezar por el temario común, o general, o por la parte específica del temario. Y, como no nos gusta dejar pregunta sin respuesta, vamos a mostraros las distintas opciones.
Seguir el orden de los temas o no, esa es la cuestión
El temario se presenta en la convocatoria o en las bases específicas del proceso, de forma organizada y secuenciada. Esto facilita que los opositores puedan disponer del índice de contenidos, con una estructura dada que suele separar el temario común o general, de corte más jurídico y normativo, y el específico, más relacionado con las funciones directas del puesto de trabajo al que se opta, y que suele resultar más interesante y accesible que el primero.
Que la convocatoria facilite una estructura de contenidos no significa que haya una jerarquía que implique estudiarlos en ese orden. Cada persona puede reorganizar los temas, si lo desea, y darles una configuración diferente.
Esto es válido en todas las oposiciones, independientemente de que las pruebas sean tipo test o de desarrollo: el programa de materias se ha de dominar completo, en todos los casos, para tener mejores resultados, por lo que el orden de presentación de los temas no es, necesariamente, el orden de estudio que se ha de seguir.
Temario común vs Temario específico. En la variedad está el gusto
Así pues, podemos reestructurar el temario y mezclar los temas. Esto nos abre una puerta “mágica” que permite que podamos estudiar los temas que más nos gustan, o que mejor controlamos, junto con otros que nos resultan más complejos o densos. De forma que no agotamos a nuestro cerebro con una materia que nos resulta difícil o poco interesante, y que, por tanto, requiere de un esfuerzo “extra”, durante mucho tiempo al intercalarla con otros temas más cercanos, motivadores o “sencillos”.
Esto lo podríamos conseguir, por ejemplo, estudiando de forma alterna los temas más jurídicos, es decir, el temario común de nuestra oposición, que suelen resultar más aburridos, con los temas específicos, más cercanos a nuestra formación, experiencia y/o intereses, y con mayor aplicación práctica en el puesto de trabajo concreto.
Hacerlo de esta forma permite mantener la motivación más alta, mejorar la concentración al cambiar de contenidos, potenciar la memoria al mantener el interés, y observar avances en el estudio que nos harán sentir más cerca de nuestra plaza.
Ni temario común ni temario específico. El valor de cada tema
Ahora bien, ¿todos los temas “valen” lo mismo? ¿Hay que dedicarle el mismo tiempo a cada contenido?
Lo primero que tenemos que tener claro es que todos los temas son importantes. TODOS. El día del examen todo el mundo se enfrenta al mismo cuestionario y tendrán mejores resultados aquellos candidatos que dominen más cantidad de temas. Así de simple.
Sin embargo, hay oposiciones en las que se detallan cuántas preguntas se harán de cada parte del temario o si la cantidad de ítems por cada tema estará equilibrada. Esta información es muy importante para poder estimar cuántas preguntas puede haber de cada tema en la prueba. En caso de no disponer de mucho tiempo para los repasos, poder priorizar datos, contenidos e informaciones, puede ser de gran importancia.
Nuestra recomendación es que dividáis el temario en pequeños bloques de temas que podáis repasar juntos y que más o menos tengan la misma cantidad de páginas o esquemas, con contenidos relacionados, para que sea más fácil planificar repasos y relacionar datos.
Cuéntanos. ¿Te animas a mezclar tus temas o prefieres seguir el orden que se detalla en la convocatoria?
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