Durante tus oposiciones, es posible que sientas que en ocasiones no te resulta sencillo calibrar tu propio dominio de la materia que estás estudiando. ¿La primera vez que le echaste un vistazo a tu temario no te pareció para tanto pero luego las pasas canutas para acertar en los test? ¿O, por el contrario, llevas mucho avanzado, todo el mundo confía en que estás en tu mejor momento y tú, por el contrario, te desesperas porque eres consciente de la cantidad de cosas que te faltan por retener? Aunque no lo parezca, ambas situaciones son expresiones de un mismo síndrome: el Síndrome Dunning – Kruger.
¿Qué es el Síndrome Dunning – Kruger?
El Síndrome Dunning – Kruger se da en muchos ámbitos de la vida (seguro que, conforme vayas aprendiendo más sobre él, reconocerás muchas situaciones de tu entorno o de la vida pública), así que, por supuesto, también está presente en las oposiciones. Se definiría como la incapacidad de un sujeto de valorar objetivamente sus propias capacidades respecto a un tema que no domina (al principio) y termina dominando (al final).
Este síndrome está bautizado con los apellidos de sus descubridores, David Dunnig y Justin Kruger, dos profesores de la Universidad de Cornell (Estados Unidos) que realizaron una serie de experimentos de psicología social aplicados a los sesgos cognitivos. Estos experimentos arrojaron una conclusión: que las personas incompetentes en una disciplina son incapaces de reconocer dicha incompetencia y tienden a sobrestimar sus méritos por encima de la media hasta que adquieren habilidades reales al respecto, que es cuando puede producirse el efecto contrario.
¡Creo que tengo el Síndrome de Dunnig – Kruger y me da mucha vergüenza! ¿Qué hago?
Afortunadamente, el Síndrome de Dunning – Kruger es fácil de neutralizar una vez se es consciente de él. Simplemente, hay que aceptar que, por altas que sean nuestras capacidades, una oposición nos va a volver humildes a todos y hemos de aceptar que nos quedan por delante numerosas jornadas de estudio antes de dominar la materia. Esto evitará sensaciones de falsa confianza o incluso euforia que pueden llevarnos a “imprudencias” antes de estar preparados.
Ojo: cuando hablamos de “imprudencias” no nos referimos a presentarse a la oposición antes de haber terminado el estudio del temario. Esta es una práctica habitual entre opositores que puede resultar muy beneficiosa para familiarizarse con la dinámica de un examen: sede, llamamiento, normas…
No, a lo que nos referimos es a descuidar la preparación al poco tiempo de empezarla por una falsa sensación de seguridad respecto a nuestro propio ritmo de aprendizaje. Como hemos mencionado antes, una característica del Síndrome Dunning – Kruger es que la persona sabe tan poco que incluso ignora lo que no sabe. Salir de este galimatías por nuestro propio pie parece un poco complicado; y, sin embargo, existe una forma muy sencilla de autoevaluar nuestros propios conocimientos: hacer test.
Los test son una forma excelente de medir de forma objetiva nuestro progreso y nos pueden servir para reestructurar nuestra programación del estudio si es necesario. Con una herramienta tan sencilla como esta a mano, te podrás asegurar de que no te asalte ningún Síndrome Dunning – Kruger que te convierta en un opositor imprudente y ralentice tu progreso sembrándolo de falsas expectativas.
¿Y si ocurre al contrario?
El Síndrome Dunning – Kruger tiene un reverso que, en apariencia, es más amable; pero resulta igualmente peligroso. Se da cuando una persona con una gran formación sobre un tema tiende a minimizar sus competencias y dar por hecho que cualquiera tiene su nivel. En el mundo de las oposiciones, esto no se limita a una simpática modestia, sino que puede socavar profundamente la autoestima del opositor llevándole a pensar que su preparación es deficiente y que no tiene oportunidades de lograr sus objetivos.
En las semanas justamente anteriores al examen, el Síndrome Dunning – Kruger, sumado a los nervios naturales del momento, puede dar lugar a un estado de ansiedad que podría, incluso, mermar las capacidades reales del opositor a la hora de enfrentar el examen.
Nos encontraríamos entonces ante una paradójica profecía autocumplida: el profundo temor de una persona a todas luces preparada para un reto de no superarlo provoca que, efectivamente, no lo supere.
El antídoto más inmediato para este Síndrome Dunning – Kruger tardío sigue siendo el mismo: hacer test, test y más test para calibrar de forma imparcial hasta dónde has llegado y cuánto camino queda por delante. Y, por supuesto, tomar consciencia del trabajo realizado y tener muy presente que, aunque sigas teniendo que pelear por tu plaza, no mucha gente ha llegado al lugar en el que estás.
Si quieres consultar más efectos psicológicos que pueden afectarte durante las oposiciones, consulta los siguientes post:
El Efecto Pigmalión.
El Sesgo de Supervivencia.
El Síndrome del Opositor.
¿Conocías el Síndrome de Dunning – Kruger? ¿Lo has sufrido alguna vez (de manera propia o ajena)?
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