Vanesa Molina es bombera forestal desde hace diecisiete años. Está destinada en la brigada de Sevilleja de la Jara (Toledo). En verano, el grueso de su trabajo recae en la extinción de incendios. Su cometido cuando hay un incendio es ser punta de lanza. Se trata de un puesto de especialista, que comprende una elevada responsabilidad. Cuando hay un incendio, ella es la primera, la que va a la cabeza del grupo. No solo tiene que ir apagando el incendio, sino que debe anticiparse a este y al resto de compañeros.
Vanesa Molina es, en otras palabras, una heroína de carne y hueso, que habla de su trabajo en el que se juega la vida con una estremecedora naturalidad: “si empiezo a tragar humo, significa que el viento ha cambiado”, indica. La bombera explica que eso quiere decir que el fuego cambiará de dirección, por lo que habrá que modificar el plan de actuación de inmediato. Por su puesto, hay otros indicadores que sabe identificar con rapidez. Como, por ejemplo, una subida brusca de temperatura, una señal inequívoca de peligro inminente.
A pesar de lo extraordinario de su puesto, no acapara el mérito en exclusiva, sino que lo comparte con sus compañeros: “en la brigada, todos dependemos de todos. Si un componente falla, esta se queda coja”.
Sus inicios
Aunque asegura que hace diecisiete años las cosas eran diferentes, a lo largo de su carrera, ningún compañero o superior la ha cuestionado. En sus inicios, no es que lo hicieran, pero sí recibió algún comentario desafortunado por el mero hecho de ser mujer. A nivel interno, nunca ha sentido un trato discriminatorio. Estuvo realizando las mismas tareas que sus compañeros desde el primer día y al mismo nivel.
Cuestión de género
Sin embargo, no ocurre lo mismo con algunos de los vecinos del municipio manchego en el que reside y trabaja. Molina nos describe una escena que se repite con frecuencia: <<después de estar trabajando en un incendio te quitas el casco para beber agua y descansar un rato y escuchas el comentario de algún paisano del pueblo: “anda, pero si era una mujer”>>. Otro vecino del municipio, le dijo un día: “a ti te pondrán en los sitios llanos donde haya poca jara”. Palabras tras las que asegura que rompió a llorar después con sus compañeros porque “es de esos comentarios que te hacen daño”. A la pregunta de si cree que la sociedad está preparada para ver indistintamente a hombres y mujeres dentro del cuerpo de bomberos, responde tajantemente que “no”.
En esta línea, Vanesa es contundente: “solamente por mi género no tienen que poner en duda mi trabajo. Si estoy aquí y hago lo que hago es porque puedo y porque valgo para hacerlo. Si tienes las capacidades psíquicas y físicas para realizar las funciones requeridas para el puesto, vales exactamente lo mismo que un hombre”.
En su destino son cuatro mujeres y doce hombres. “Las oposiciones para acceder al cuerpo de bomberos son iguales para todos, pero tal vez hay mujeres que no se atrevan a presentarse”, asegura Molina. La bombera aprovecha este medio para mandarles un mensaje alto y claro a todas las que alguna vez soñaron con ser bomberas: “les diría que tirasen hacia adelante”. Las anima a que se presenten y se preparen las oposiciones: “si yo soy capaz de realizar este trabajo con seguridad y con eficiencia, cualquier mujer puede hacerlo”.
Aunque por parte de la sociedad nota cierto “asombro” por su condición de mujer, asegura que su trabajo es cien por cien vocacional y que a pesar de que se juega la vida cada que vez que hay un incendio, ella no se ve en otro puesto que no sea el que tiene en la actualidad.
Sobre las oposiciones
A los jóvenes opositores les aconseja “que se preparen la parte práctica” porque, según aclara “la parte teórica es estudiar” mientras que “la parte física, si estás en forma y has practicado unos días antes, la vas a pasar sin mayor problema”. Vanesa Molina incide en la importancia de llevar bien ejercitada las pruebas físicas porque es “donde más caen”. Apunta además, que este examen contempla “muchos tecnicismos” que conviene estudiar con empeño para poder superar la prueba con éxito.
Una heroína entre nosotros
A Vanesa lo que más le gusta de su trabajo es cuando ella y sus compañeros consiguen frenar un incendio. Esa noche se acuesta sabiendo que ha podido evitar unas consecuencias que habrían sido desastrosas. Explica que lo más difícil son esos minutos que pasan desde que reciben el aviso de que hay fuego hasta que llegan al mismo y por fin divisan la columna de humo. Minutos que aprovecha para enviar un audio a sus hijos y avisarles de que debe enfrentarse al peligro. Un peligro que su familia, marido e hijos, asume porque esta profesión es su pasión y la ejercerá “hasta que el cuerpo aguante y pueda mantener a salvo a mis compañeros”, nos indica esta bombera de cuarenta y un años.
La modestia de la protagonista de este artículo le impide remarcar esto último, pero seguramente en su casa, el miedo vive entrelazado con el orgullo y con una extraña sensación de paz, porque allí vive una heroína. Y cuando esta heroína les pone en sobre aviso, porque surge una emergencia en el servicio de bomberos, ellos también saben que, gracias a ella, el mundo vive un poco más protegido y está más a salvo.
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